La Universidad de Harvard del Norte ha sido escenario de una batalla cada vez más intensa entre Justin Trudeau, Roger Waters, un manual gubernamental que margina a los palestinos y una histórica huelga estudiantil por Palestina. La alma mater del primer ministro y una parte desproporcionada del gabinete de Justin Trudeau están reprimiendo agresivamente un movimiento para desinvertir en el apartheid y el genocidio.

A principios de mes, la administración de McGill canceló la sala reservada para una conferencia de la Relatora Especial de la ONU para los territorios palestinos ocupados, Francesca Albanese. Es notable que la prestigiosa universidad reprimiera a un representante de las Naciones Unidas, pero es coherente con la respuesta cada vez más autoritaria de McGill a quienes protestan contra el genocidio. Días antes de la conferencia de Albanese, la universidad intentó convencer a un juez para que extendiera la prohibición de protestas durante diez días cerca de sus numerosos edificios en el centro de Montreal. La administración también hizo que se prohibiera la organización Solidaridad por los Derechos Humanos Palestinos (SPHR) al amenazar a la Sociedad de Estudiantes de la Universidad McGill (SSMU) con toda la estructura de financiación si no suspendía el club estudiantil de larga data.

La respuesta de la administración a un campamento que pedía a la universidad que cortara sus vínculos con las universidades y empresas israelíes que colaboraban en la matanza en Gaza fue pedir repetidamente a la policía de Montreal que interviniera. Incluso pidieron una sentencia judicial para obligar a la policía a hacerlo. Después de que no lo consiguieran, McGill contrató a una empresa de seguridad privada para demoler el campamento en julio. Luego cerraron en gran medida el campus durante las seis semanas siguientes.

El campamento en el campo inferior de McGill, que no se utiliza pero está excepcionalmente bien ubicado en el centro de la ciudad, enfureció a los partidarios del genocidio, que presionaron a la policía y a los políticos para que actuaran e iniciaron un proceso judicial para obligar a la policía a desmantelarlo. Durante la última década, el lobby sionista se ha vuelto cada vez más agresivo en sus intentos de acabar con la democracia estudiantil y socavar la oposición al apartheid.

El pasado mes de noviembre, los estudiantes de McGill votaron a favor de la Política contra el Genocidio en Palestina. En el referéndum con mayor participación en la historia de la SSMU, el 78,7% de los estudiantes universitarios pidió a la administración de la universidad que denunciara la “campaña de bombardeos genocidas” de Israel contra Gaza. La resolución también instó a McGill a cortar sus vínculos con “cualquier corporación, institución o individuo cómplice del genocidio, el colonialismo de asentamiento, el apartheid o la limpieza étnica contra los palestinos”.

Antes de que se completaran las elecciones, el lobby genocida ya había exigido que se ignorara el voto de los estudiantes. Al mismo tiempo, presionaron a la administración de McGill para que condenara la resolución y exigiera a la SSMU que desechara los resultados. Si la sociedad estudiantil ratificaba los resultados, la administración anunció que rescindiría su Memorando de Acu